Sucedió un día, que comiendo el rey unas sopas, se le empezó a mover un diente. Se alarmó la corte entera, y llegaron todos los médicos de la cámara. El caso era muy grave, pues había llegado para Su Majestad la hora de mudar los dientes.
Se reunió en consulta toda la Facultad, y se decidió al final sacar a Su Majestad el diente. Le ataron una hebra de seda encarnada, y el médico más anciano comenzó a tirar. Hizo el rey un pucherito y saltó el diente tan blanco tan limpio y tan precioso como una perlita.
Una señora, muy amiga de la tradición, resolvió que el rey Buby escribiese a Ratón Pérez una carta y pusiese el diente debajo de la almohada, como han hecho todos los niños desde que el mundo es mundo…